Como decía en el primer post de la serie "nos vemos en el green", esta es una de las frases más oídas en el club social de los complejos urbanísticos con campo de golf. "Green" hace referencia al césped, por el color verde.
Y a propósito de las elecciones al Parlamento de Euskadi, ¿qué votos habrá en las urnas de un Euskadi que tiene un paisaje muy verde y con muchos agujeros?. Uno de ellos es el de la pobreza. Lo destaco porque precisamente hoy es el Día Internacional de la Pobreza.
Euskadi, un país rico que tiene a bien hacer muchas campañas institucionales solidarias con otros países, resulta que cuenta ya entre su población con un 19 % en situación de pobreza y de exclusión social o en riesgo de estarlo. este porcentaje es casi uan quinta aprte de la población. Quizá sea por eso la creciente xenofobia y el tremendo descenso de las ayudas para Cooperación al desarrollo con países más pobres.
La situación, coherente con una crisis generalizada que sigue en progreso, desvela algunos indicadores como por ejemplo que en el 2011, el 1,3% de la población de la Comunidad Autónoma Vasca dispuso de un 44,4% del Producto Interior Bruto.
Es decir, Euskadi es un país que tolera la brecha de acumulación de riqueza. El poder económico, y de ahí todo el poder fáctico en una sociedad, está en manos de muy pocas personas.
El aumento de ciudadanos por debajo del umbral de pobreza acompaña al del riesgo de exclusión residencial, es decir quienes empiezan a perder su techo. Muchos han de volver a vivir al domicilio familiar, otros se agrupan en viviendas multifamiliares o más comúnmente en viviendas compartidas (como revela el mercado inmobiliario), otros recurren a la itinerancia por domicilios de familiares y amigos, otros dependen de los albergues y hogares benéficos e institucionales, y otros simplemente viven en la calle.
La asistencia a comedores sociales ha crecido exponencialmetne en los ultimos meses, las familias e individuos que consiguen superar la impotencia y la vergüenza están desbordando estos servicios anteriormente destinados a situaciones excepcionales de una población marginal reducida. Hoy empieza a ser un mal social estadísticamente importante. Los bancos de alimentos, abastecidos por donantes y de los que se benefician instituciones como comedores sociales y una diversidad de instituciones benéficas, están ya preocupados por el flujo de entrada/salida de existencias. Además, podríamos seguir con ciertos tipos de residuos reciclables como roperos, electrodomésticos, muebles, etc
Euskadi empieza a ser un país pobre con cobertura de riqueza y sobre lecho de solidaridad. Y a propósito de la solidaridad, ¿han percibido vds como los medios de comunicación nos trasladan mensajes de portavoces de los gobiernos de distintos niveles (estado, autonomía, territorio, municipio) que tientan ya a la población con este chantaje social de la solidaridad en vez de desarrollar políticas que cambien la dinámica de acumulacion de riquezas? Porque además, ¿han observado como seguimos dejando que unas necesidades básicas como el alimento, el techo, la ropa, etc dependan de instituciones caritativas que no son sino formas disimuladas de organizaciones parareligiosas ligadas a un modelo de privatización de los servicios públicos? Donaciones, voluntariado, ongs, etc están al servicio, éticamente cuestionable, de una dinámica liberal que pretende parchear sus consecuencais sociales con llamadas a la solidaridad y estrategias de privatización contando con la complicidad de ongs de diversa filiación. Alimentos, techo, ropas, etc son un aspecto más de los servicios sociales mínimos que deberían ser públicos y garantízados por el Gobierno (es decir del Estado, de las Comunidades autónomas, y de los Ayuntamientos) sin que sea a través de estrategias que favorecen el mantenimiento de estructuras parareligiosas.
¿Sabremos sacudir con nuestro voto esta situación de equilibrio que entrega la gestión de los servicios sociales mínimos a los intereses liberales y religiosos? ¿Acabaremos con el espejismo de un Euskadi rico, equitativo y solidario?
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